Nuestro compañero Vicente Llopis es un veterano ponente en los Foros de Debate; el que reseñamos es ya el tercero de los presentados por él, y hay que decir que uno por uno, todos ellos fueron interesantes, amenos y referidos a temas de actualidad. Vicente es economista, pero además y sobre todo es un hombre culto, seriamente interesado en una amplia variedad de materias de todas las ramas del saber. Este XVIII Foro es de su especialidad profesional: el euro.
Tras una somera referencia al origen del dinero y su evolución a través de los tiempos hasta llegar al moderno activo financiero, afirma que ya en el origen de la Comunidad Económica Europea (Tratado de Roma) se consideraba la necesidad de una moneda única comunitaria. En principio se propuso el nombre de ECU, pero ante la oposición del alemán Khol (1998 – Madrid) se adoptó definitivamente la denominación EURO.
Menciona sucesivamente la creación de instituciones: en 1979 se establece el Sistema Monetario Europeo y el mecanismo de tipos de cambio; en 1992, por el Tratado de Maastrich se crean las estructuras para la moneda única, y consecuentemente se aborda el establecimiento del Instituto Monetario Europeo (1994) y la preparación del Banco Central Europeo. En 1999 se introduce finalmente el euro como moneda única de la Comunidad, entra en funcionamiento el Sistema Europeo de Bancos Centrales, y, a partir del 1 de enero de 2002, desaparecen las monedas propias de los países miembros.
Continúa la exposición analizando las ventajas del euro, que, al mantener unos bajos tipos de interés, facilita la financiación elevando la demanda de gasto e inversión; es una divisa fuerte que se adopta como reserva internacional por otros países y permite una gran capacidad adquisitiva en los mercados internacionales. En definitiva, el euro genera confianza y posibilita una gran expansión económica, estabilidad y crecimiento.
Del encarecimiento del coste de la “cesta de la compra” se responsabiliza al euro, lo que solamente es cierto en parte, ya que también influyen considerablemente los nuevos hábitos de vida, la globalización, la liberación del mercado y la competencia internacional. Es evidente que si hubiéramos continuado con la peseta, actualmente estaría sobredevaluada, los carburantes costarían el doble, se plantearían restricciones energéticas y el crecimiento económico estaría paralizado.
Las intervenciones en el debate demostraron el interés despertado por la documentada exposición de la ponencia.
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