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1959

 

 

Partamos de la base de que soy bastante ignorante en temas históricos. Y añado que, generalmente, no me apetece abundar en temas políticos relacionados con nuestro pasado, mientras que sí me suele interesar lo que concierne al presente y próximo futuro. Este prólogo viene a cuento de que se me dispense, por esta vez, de que ocupe este espacio reservado tan generosamente a mi humilde pluma dedicándolo a algo acaecido cuando yo andaba aún con pantalones cortos. 

Leo un reportaje en el que se avanzan contenidos del libro “Los secretos del franquismo”. Un pie de foto explica: “La reunión de 22 de diciembre de 1959 en el Pardo acabó mal cuando el presidente Eisenhower intercedió por la libertad de culto de los protestantes”. 

Coño!, me digo. Y perdonen los amables lectores la abrupta expresión, pero es que no me puedo imaginar que en aquellos momentos fuera esa cuestión la más importante que el advenedizo presidente norteamericano pudiera plantear al dictador. 

En 1959 le había salido un enorme grano a EE.UU. el mismo 1 de enero cuando Batista huyó de Cuba, y las ciudades de Santa Clara y Santiago de Cuba fueron tomadas por los revolucionarios, liderados por Ernesto "Che" Guevara y Fidel Castro. Dada la tradicional relación entre Cuba y España yo hubiera apostado a que este podría haber sido un buen tema de conversación.

 

En 1959, un año después de haber entrado España en el Fondo Monetario Internacional, parece que la balanza económica no estaba en números muy positivos, lo que generó, de la mano del equipo tecnócrata del Opus Dei , el

 

Plan de Estabilización. Quizás hablaron también de ese tema. 

En 1959, un año después de haber sido consagrado el inmovilismo político con la aprobación de la Ley de Principios del Movimiento Nacional, en la que simplemente se resumían los viejos principios ideológicos del régimen, las libertades –aunque yo no tenía edad para echarlas de menos- de reunión, asociación, participación y demás etcéteras también podrían haber sido trasunto del orden del día.

 En 1959, Eisenhower, un militar que había ascendido como la espuma pese a haber sido un mediocre estudiante, un mediocre cadete, y un mediocre oficial que por lo visto lo único que hizo bien –entre comillas- fue organizar el desembarco de Normandía, ese individuo que había llegado con Nixon a la presidencia -¡valiente socio!-, estaba dando cobertura legal y ejecutiva en su país, el más demócrata de todos los del mundo mundial, al inefable cazador de brujas McCarthy.  Es más, ese presidente republicano que no movió una mano para reducir la segregación racial, en su visita a Madrid se preocupó por la libertad de culto de los protestantes en España, que a la sazón debían ser una ínfima proporción de los que eran objeto de investigación por sus simpatías comunistas en Estados Unidos y una infinitésima cifra si la comparamos con los que allí no podían estudiar en escuelas de blancos, matricularse en universidades de blancos, ir a los cines o restaurantes de blancos, etc. etc.

 

Eso sí, le reconozco que lo mejor que hizo fue abandonar el poder en 1962. Ejemplo que no siguieron otros.

 

toni.gil@ono.com

 

 

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