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Demetrio Mallebrera

LA MANO VISIBLE

 

El 9 de mayo de este 2007 falleció el historiador de los negocios Alfred Chandler, a sus bien plantados y bien peinados 88 años de edad, en Cambridge, Massachussets. Se trata de uno de esos personajes que viven en nuestra época como uno más (pues era, además, una persona muy familiar y entrañable), y sin embargo está junto a nosotros haciendo historia, en este caso, una historia doble: la suya misma, la de un profesor que se pasa la vida y la docencia observando el comportamiento de la micro y macro economía mundial, pero especialmente la de los pequeños y grandes negocios, a través de los medios de comunicación y la petición de informes, como si fuera un curiosón más de los muchos que abundan por estos pagos terrenales, eso sí con gran simpatía y una mente muy despierta. Y la otra historia es precisamente el haberse convertido en uno de los lanzadores de las escuelas de negocios y de economía aplicada para realizar especialidades y masteres para posgraduados. Era cuestión, como él ha dicho muchas veces, de estar metidos dentro de la economía, y no fuera dejándonos llevar por sus movimientos bruscos, ambigüedades, contradicciones y malas pasadas. De algún modo, y aunque no fue su inventor, sí que vino a ocupar el puesto de profesor reconocido y premiado en todo el mundo, aportando su sabiduría y su ciencia a esa asignatura nueva de investigación e historia de los negocios. Manuel Baigorri, de quien hemos tomado estas notas, llega a proclamar su legado como un verdadero tesoro académico.

 

Ya sabe usted que este tipo de estudios (el de analista y el de consultor) están ahora mismo en boga y gozan de un gran prestigio. Chandler empezó su carrera docente en 1950 en un Instituto de Tecnología de Massachussets, en 1963 impartió clases en la universidad John Hopkins y desde 1970 hasta su jubilación en 1989 desarrolló sus conocimientos en Harvard Business School; en 1977 publicó “La mano visible”,  que fue Premio Pulitzer en 1978.

 

Y es que mantuvo la tesis de la influencia básica de las grandes empresas en la vida pública, y su poder como agentes del juego económico sustituyó la llamada “mano invisible” del mercado por la “mano visible” del management, del gestor, de la teoría del control y de la ocasión. Para él, de los muchos vectores de los que depende el desarrollo empresarial estadounidense juegan un papel protagonista el cambio tecnológico y la innovación. Asimismo, comparaba los dos últimos siglos del economismo desarrollado al decir que los grandes impactos los trajeron el ferrocarril en el XIX y las industrias químicas y farmacéuticas, junto a la investigación, en el XX.

 

Es imprescindible darse cuenta de que la historia se hace con el día a día, contando con cada “hoy”. Nosotros, observando ahora esta biografía la podemos sentir muy cercana. La influencia de Chandler en la teoría sobre la evolución y la organización de empresas ha sido de tal calado que, según los especialistas, hay que hablar de la prehistoria de esta rama del saber como periodo “before Chandler”, no sólo por sus aportaciones meramente científicas sino porque sus clases y sus charlas tenían fama de amenidad y cercanía, algo poco común entre empresarios, y desde luego, por haber cambiado las jerarquías y las tomas de decisión en las empresas. A mí me ha parecido destacable no el hecho de que tuviera como afición ver desde su casa las regatas que se hacían en el Charles River en su ciudad de residencia, sino que él mismo las halagaba tanto (como buen pueblerino que habla maravillas de su pueblo) que todos los años invitaba a sus amigos y colegas a verlas desde el balcón de su piso, acompañados de una copa de jerez. Un hombre sencillo, de apariencia agradable y siempre sonriente, de costumbres normales como usted o como yo, que valoraba la amistad, el esfuerzo del espectáculo y la claridad de los negocios, mostrando siempre por donde fuere sus manos bien visibles.

 

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