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      AGUA      


Francisco L. Navarro 

 

         El agua, elemento imprescindible para la vida, se ha convertido en un arma arrojadiza que se esgrime, según el partido político que la utilice, bien como un derroche, bien como la base de la  economía regional, autonómica, etc., generando una controversia que solamente se podrá solucionar atendiendo a la realidad pura y dura: escasea el agua y, siendo una necesidad vital, todo el mundo debe tener acceso a ella, como a la sanidad, la educación, etc.

 

         Curiosamente unos se convierten, por mor de la política, en paladines de la defensa a ultranza del derecho al agua, mientras otros opinan que deben controlarla porque el río o la fuente nace, pasa o acaba en tal o cual zona geográfica, olvidando que las economías de toda la Nación están necesaria e irremediablemente enlazadas, de manera que hay trasvase de productos entre regiones, puesto que nadie dispone de todos los bienes que necesita ni puede producirlos en su totalidad.

 

         Hay quien manifiesta (y no tengo razones para dudarlo) que el rendimiento por hectárea de un campo de golf es superior al de la misma superficie cultivada, y crea, además, más puestos de trabajo directos e indirectos (restauración, estancias, etc.). Hasta el momento no he oído decir a nadie que la hierba forme parte de la dieta mediterránea, pero no tengo razones a favor ni en contra de estas instalaciones, mientras no se demuestre la veracidad o falsedad de estas afirmaciones.

 

         Seguramente si se alcanzaran niveles más elevados de depuración de las aguas residuales, si se realizaran infraestructuras que permitieran canalizar separadamente los distintos tipos de agua (pluviales, uso doméstico, industrial, etc.), si las fuentes naturales del subsuelo de las ciudades se aprovecharan … si se minimizara el daño causado por los incendios, si se efectuaran continuamente labores de repoblación de arbolado, si se llevaran a cabo con regularidad limpiezas de arbustos y ramaje en los bosques…  el impacto de la sequía podría reducirse de manera importante. Por otra parte, ¿qué es más beneficioso  para el medio ambiente, un campo sin cultivar, con matojos resecos o un campo verde y lleno de arbolado?

 

         Algunos alegan que para regar los campos de golf se utiliza agua potable. Es posible que así sea, en cuyo caso lo único que está claro es que hay una dejación absoluta por parte de las autoridades al no controlar, como es su deber, este bien escaso. ¿Qué alegan los agricultores de La Mancha, que utilizan gigantescos sistemas de riego por aspersión en horario de plena insolación para regar, por ejemplo, sus campos de maíz?

 

         ¿No hay agua? Yo apostaría más bien a que no se le presta la atención adecuada. Basta para ello considerar que, hoy en día, con la tecnología existente, se permiten procesos industriales que vierten aguas sucias a las fuentes naturales, o pueblos que no disponen de sistemas de depuración. Nuestros embalses no se limpian, con lo cual se van llenando de tierras de arrastre y reduciendo su capacidad.

 

         Hay zonas de España que, prácticamente todos los años, sufren avenidas e inundaciones. El agua se pierde después de provocar cuantiosos daños en campos y ciudades. ¿Sería tan complicado interconectar las cuencas o realizar infraestructuras de trasvase que sólo funcionaran cuando concurren estas circunstancias? ¿No sería mejor gastar en infraestructuras que en reparar los daños causados por no tenerlas?

 

         Mucho me temo que estoy planteando muchas preguntas. A lo mejor es que, como no estoy metido en política, todavía no he perdido la facultad de pensar. Mejor será que empiece por no derrochar el agua en mi casa y así, al menos, podré ejercer el derecho al pataleo con toda razón.

 

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