Qué estupendo sería
si los soldados en lugar de fusil
llevaran chuches y caramelos
para los más pequeños;
el mundo cambiaría,
estar en él sería una maravilla.
Y aun iré más lejos:
Si en lugar de esos uniformes de alto cargo
fuesen vestidos de payasos
divirtiendo y sonriendo a la gente a su paso.
¡Ojalá! Que en lugar de tanta bandera
de diferentes colores y escudos
reinara una sola de color puro,
blanca de amor y futuro,
la misma para todo el mundo.
Lástima que esto no ocurra.
Las guerras nos inundan
por el poder de unos pocos
que están y nos hacen volvernos locos.
Y así continúa la historia
como en la antigüedad desde la prehistoria
pocas cosas han cambiado
solo un armamento brutal más sofisticado.
No sabéis cuánto lamento
que todo vaya tan lento
y lejos queden esos payasos
pero mantengo la esperanza
de que un día el mundo les de paso.
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