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INCONTINENCIA


Francisco L. Navarro 



     Unos más, los más afortunados menos, seguramente algunos lectores de nuestro Boletín sufren las molestias provocadas por la incontinencia. El Dr. Kegel, en 1950 diseñó un régimen de ejercicios, contrayendo los esfínteres anales como si se fuera a impedir una defecación, que tenían por objeto fortalecer la musculatura pubo-coxígea que es la responsable del control de la vejiga.

 

     Hasta aquí todo bien; si consideramos que la incontinencia no es más que problema de cansancio o desgaste muscular, caben posibles soluciones a base de ejercicio, terapia y mucha paciencia y voluntad.

 

     El problema surge cuando la incontinencia en lugar de tener como causa el debilitamiento de la musculatura citada se origina debajo de ésa zona peluda sobre la cual se suele situar el sombrero. Entonces es conveniente ponerle apellido y, seguramente, la denominación adecuada sería incontinencia verbal siendo el origen de la misma una suerte de diarrea mental que imposibilita el control de los pensamientos y, en una suerte de desenfreno imparable, exacerba la locuacidad del paciente hasta términos insospechados, convirtiendo la cavidad bucofaríngea en una especie de trabuco por donde salen disparadas las expresiones menos convenientes; al tiempo, un deseo tiránico se apodera de la persona y la fuerza a intentar por todos los medios impedir a otros el ejercicio de la palabra.

 

     Según los entendidos este es un problema generalizado en la clase política, que viene agravado por la seguridad inapelable de que el que habla siempre tiene razón, los demás mienten y el progreso se debe a su exclusivo esfuerzo, mientras que los problemas que arrastra la sociedad tienen su fundamento en la actitud irresponsable de quienes les han precedido.

 

     Uno podría pensar, con cierta lógica, que esto le sucede sólo a los políticos de derecha, a los de izquierda, a los verdes o a los centristas. Craso error; resulta que el índice de contagio es tan elevado que no hay posibilidad de evitar la morbilidad (mental, por supuesto).

 

     Ya teníamos conocimiento desde antiguo de las graves consecuencias de estos ataques de incontinencia verbal por parte de los políticos, cuyo ejemplar más representativo sin duda era hasta la fecha el Comandante Fidel Castro, quien con sus soliloquios radiofónicos, televisivos o a pie de obra ha causado más de una cefalea a los sufridos oyentes. Desde no hace mucho se ha incorporado a la saga el compañero Chavez, quien parece ansioso en lograr el Record Guinness en la ocupación del espacio televisivo.

 

     No contento con esto, además, ha sido capaz de conseguir hasta una salida de tono del mismo Rey de España, a base de intentar cortar la palabra a nuestro Presidente de Gobierno.

 

     Pero, ¡hay! parece que el compañero Chavez, aparte de otras virtudes que hemos tenido oportunidad de conocer a través de sus democráticas actuaciones, tiene en sus manos el grifo de esa cosa a la que nos empeñamos en no buscar sustituto y que se llama petróleo. Así, quien no quiera tragar sus  expresiones  incorrectas,  sus bravuconadas  y sus puñetazos en la mesa, deberá pensar antes si tiene a mano algo con lo que calentar la sopa, ya que el petróleo va camino de convertirse en el Caballo de Troya de las economías occidentales, que son culpables -por otra parte- de todas las desdichas y males que sufren los países del cono sur desde la época de los conquistadores, ya que lo que hacen los golpistas, traficantes y políticos tiránicos y corruptos de la zona, al fin y al cabo queda en casa.

 

     Hay opiniones contradictorias sobre la conveniencia o no de la actitud del Rey de España al increpar al ínclito Chavez para que se callara. Personalmente creo que nuestros representantes (y el Rey lo era en ese momento) deben tener “más cuerda” pero, por otra parte, tampoco está de más enseñar un poco los dientes porque una cosa es la Alianza de Civilizaciones y otra dejarse pisar el cuello.

 

     Todo ello sin olvidar que el compañero Chavez no está donde está precisamente por su larga carrera como demócrata, y bueno es que le aguanten en su casa, pero de ello a que se tome la libertad de insultarnos aprovechándose de la hospitalidad del pueblo chileno y de que  nuestros representantes sí fueron a la escuela el día en que se daban clases de urbanidad y buenas costumbres…

 

     ¿Estará interesado el compañero Chavez en contactar con el citado Dr. Kegel para que le recomiende una tabla de ejercicios contra la incontinencia verbal? … tal vez primero tendrá que estudiar anato(mía)…suya, no sea que se confunda de musculatura y el esfuerzo le provoque, además de la diarrea mental, ésa otra acompañada de ventosidades que le obligaría -sin remedio- a abandonar la sala en una búsqueda desesperada del primer retrete desocupado.

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     Por último, también algunos de nuestros políticos mas representativos (o por lo menos más vistos) deberían acudir a consulta por si sus excesos verbales tienen el mismo origen y consecuencias, debiendo huir precipitadamente del hemiciclo justo cuando les corresponde votar, causando con ello – tal vez – la pérdida irreparable de una moción o, caso más frecuente, que el compañero de escaño se apropie del periódico y termine de rellenar el crucigrama, privándole así del incentivo necesario para permanecer despierto en su asiento, todo ello sin olvidar el riesgo por deslizamiento al pisar el resultado del mal funcionamiento de sus esfínteres.

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