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EL TRATADO DE TORDESILLAS


Miguel Gallego Zapata


     Por expresa invitación de la Fundación San Antonio de la Universidad Católica de Murcia, los cronistas murcianos tuvimos el honor de colaborar en el ensayo “Memoria de Isabel la Católica”, publicado con motivo del V Centenario de la muerte de dicha reina.

 

     Aunque en mi tema elegido se dibujan varios hechos, los capítulos más interesantes, a mi parecer, son: “Nacimiento y matrimonio de la reina”, “El Árbol de Guernica”, “Salinas de Torrevieja”, “La Inquisición”, “La Gramática de Lebrija”, “Cristóbal Colón”, “La Albufera”, “Ávila, sus místicos e Isabel la Católica”, “Católica, reina y mujer”, “La Evangelización de América”, “Anécdotas”, etc., de los que me ocuparé en otros momentos. Hoy traigo aquí una de las cosas de las que guardo mejor recuerdo por su gran trascendencia: la firma del “Tratado de Tordesillas” por el que los Reyes Católicos y Juan II de Portugal, en nombre de los dos imperios ibéricos, se repartían el mundo recién descubierto. Una línea imaginaria trazada de polo a polo 370 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde, originalmente cien leguas, fijada por una bula del Papa Alejandro VI, fue bastante para que las tierras que quedaban al oeste se adjudicaran a la Corona de Castilla y las del este, a la de Portugal. El tratado fue ratificado por los Reyes Católicos el 2 de Julio, y por Juan II de Portugal el 5 de septiembre de 1494.

 

     Queremos resaltar, ahora que tanto se menosprecian estas cosas, el espíritu religioso que presidió el Tratado, citando como ejemplo el preámbulo del mismo:

 

     “En el nombre de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo, Espíritu Santo, tres Personas realmente distintas y apartadas, y una sola Esencia Divina; manifiesto y notorio sea a todos cuantos este público instrumento vieran, cómo en la villa de Tordesillas, a siete días del mes de junio, año del Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo de mil cuatrocientos noventa y cuatro años, en presencia de Nos los secretarios, escribanos y notarios públicos, adelante escriptos, estando presentes los…”

 

     Una muestra de la importancia y notoriedad del tratado es que, quinientos años después, o sea el 7 de Junio de 1994, se celebró la conmemoración oficial de la rúbrica en la localidad de Tordesillas, presidida por sus Majestades los Reyes de España y por el entonces Presidente portugués Mario Soares.

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