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    NO TE ATES A LA BALSA      


Matías Mengual 


     Mejor será si se adivina el porqué del consejo; bien entendido que con balsa me refiero a la armadía o plataforma flotante originariamente formada por maderos trabados; y, para ello, nada mejor que imaginarse uno mismo subido en una de ellas por un río más o menos torrentoso. Al buscarle sentido, lo que uno deduce de propia, libre y espontánea voluntad es lo más apropiado para su entendimiento.

 

     Por eso, Buda solía apelar a la inteligencia primordial del ser humano, y su enseñanza carecía de dogmas. Cada uno, por sí mismo, debía descubrir la última realidad. De Buda es esta cita: La enseñanza es como una balsa. Sirve para hacer una travesía, pero no hay que atarse a ella.

 

     Él supo hallar o reencontrar lo que llamaba el Camino del Medio, una forma de apartase de los extremos mediante la observancia de la Triple Disciplina: comportarse éticamente, practicar la meditación o cultivo de la mente, y desarrollar la visión lúcida o sabiduría. Técnicas, todas ellas, generadoras de sosiego y claridad porque facilitan serenidad, contento, ecuanimidad, energía, estabilidad interna, comprensión clara y visión profunda. Decía: Siempre que sepáis: Estas enseñanzas no son buenas, están llenas de errores, son condenadas por los santos; cuando se siguen y se practican, conducen a la disputa, a la ruina y a la pena; siempre que sepáis esto, rechazadlas. Pero siempre que, tras una completa indagación, sepáis: Estas enseñanzas están libres de errores, son alabadas por los santos; cuando se siguen y se practican conducen al bienestar y la felicidad propia y de los otros, entonces aceptadlas como verdaderas, vivid según las mismas y de acuerdo con ellas.

 

     En otras palabras, la enseñanza se acepta cuando, puesta en práctica, uno comprueba por sí mismo que es beneficiosa para él y para los demás, y no tan solo porque lo digan la tradición, la moral convencional o las escrituras. Sin experimentar la enseñanza, incluso la del propio Buda debe ser abandonada. En la propagación de su Enseñanza (Dharma), Shiddharta, ya Buda, es decir, ya Iluminado, lo recomendaba expresamente. No es de extrañar que tal hecho nos asombre en extremo, porque pasma que un mismo predicador recalque que no hay que aferrarse ¡ni siquiera a su enseñanza!

 

     Pocas veces una explicación me interesó tanto. Di con ella en el Sutra del Diamante. Digamos antes que sutra equivale a diálogo o sermón, y recordemos que los budistas creen en estados sucesivos de existencia y que no todo se limita a la vida presente; algunos admiten haber conocido otros estados de existencia antes de este nacimiento y esperan conocer otros después. En el Sutra del Diamante, Buda explica a Subhuti que todos los seres vivientes alcanzan la experiencia iluminadora o Nirvana, y la razón de no atarse a la balsa es que ningún verdadero Bodhisattva(1)  alimenta la idea de un sí mismo, una personalidad, un ser, una individualidad separada.

 

(1) Aquel que retrasa intencionadamente su liberación definitiva para, por infinita compasión, seguir colaborando en el progreso espiritual de los demás.

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