Se asomó a la ventana
una noche, la niña,
y al mirar hacia el cielo
se quedó ensimismada
y decía bajito,
curiosa y extrañada:
¿Habrá solo una luna
o tendrá otras hermanas?
Hace solo unos días
la luna que miraba
era blanca y redonda,
otros anaranjada,
y ésta delgadita
igual que una tajada.
Aquella, poderosa,
de luz todo inundaba,
y ésta luce poquito,
parece una luciérnaga
o un farolillo chino
Y si es solo una luna,
el trozo que le falta
¿dónde lo habrá metido?
¿Lo habrá tragado el mar
o estará escondido
en el alto pinar?
Y decía la niña
algo desconsolada:
¡Yo no entiendo de lunas,
yo no entiendo de nada,
le diré a la maestra
que lo explique mañana!
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