Sonrisas en pétreas columnas y arquivoltas
que sustentan áureas bóvedas sin cielos,
muestran llaves de las tentaciones
que frecuentamos, alimentando un sol
que se tornará sin luz ni calor.
Alimentadora de ilusiones,
bancarrota de vidas,
envuelta en sutiles estatutos
de intrincados laberintos
en que se pierden glorias esperadas,
alimentando a fornidos eunucos
protegidos en cúpulas marmóreas
y sentimientos ausentes.
Programa, que encarcela
nuestras vidas efímeras,
marcará inexorable, a vencimiento fijo,
el sonido de la carcoma
que rubricamos en tiempos de luz
y roerá hasta que agoste
el brillo de las pupilas.
Sombra del euribor y otros ratios
que se expanden ahogando vidas incipientes.
Péndulo de sombras de cuartos de punto
que anegan manantiales de esperanzas vírgenes.
Intereses, comisiones, devengos y falencias
que depredan armonías cimentadas
con los primeros sueños compartidos.
Témpanos que agreden brutalmente
aguas hogareñas, cálidas y transparentes,
en las que habitan las estrellas de mar
del recreado oasis de reposo,
y la apasionada fauna multicolor
de la vida nueva que se expande.
Ruinas de seres que miran fatigados,
y no ven qué obstruyó el camino
trazado –ahora lo saben- por otros,
que delineaban arquitecturas falseadas
de niebla y música aquelárrica.
|