Tarde de Septiembre
cálida y tranquila.
Por las avenidas
la gente pasea
y habla de sus cosas
simples y sencillas
alegres o tristes
y malas o buenas.
Un mendigo pide
y en su mano vieja
sostiene un pitillo.
No sabe de crisis,
nada de hipotecas
y se siente libre
como un pajarillo.
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Las luces se encienden
en todas las tiendas
y sus mercancías
hermosas nos muestran,
la gente las mira
y así se entretiene,
unas veces compra
y otras se aleja.
Dos músicos tocan
una bella pieza
y hacen a la tarde
más noble y hermosa,
la gente la escucha
y olvida sus penas,
siguen paseando
e igual que se eleva
una mariposa
el alma se eleva.
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