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G U R Ú E S

(por Vicente Llopis Pastor)

Doctor en Ciencias Económicas y Empresariales

Vicente Llopis Pastor

     La palabra “gurú” procede del sánscrito, con el significado de maestro, y cuyo sentido original era el referente a consejero espiritual o jefe religioso dentro del hinduísmo. A partir de ahí se incorpora a nuestro bello idioma con la acepción de llamar como tal a la persona a quien se considera mentor o guía y a la que se le reconoce cierta autoridad espiritual.

     Bajo ese planteamiento, de sabio o maestro, este término también se suele aplicar a los profesionales de algunos campos de la actividad económica. Y así tenemos, por ejemplo, los “gurúes empresariales”, que difunden su magisterio en los distintos aspectos de producción, comercialización, distribución y otros que son propios de la industria; los “gurúes bursátiles”, los cuales son amplios conocedores de los mercados financieros y especializados en emitir predicciones sobre evolución de los valores negociables; los “gurúes de recursos humanos”, que saben de motivación, comunicación y demás artes para tratar a los trabajadores de una firma; los “gurúes de actitudes” para los colectivos económicos, a los que aconsejan sobre posturas positivas ante el riesgo y la incertidumbre; los “gurúes publicitarios”, que saben como canalizar la información al público; etcétera, etcétera. Algunos de ellos son especialistas en cuestiones muy precisas y superespecialistas en campos tales como productos, promociones, puntos de venta, segmentación, mercados, seguimiento, suministros, surtidos, logística, creatividad, planificación, organización, ejecución, coordinación, control y otros variados y múltiples menesteres. Lo cierto es que estos gurúes son ampliamente escuchados y están conformando un conjunto de personas casi divinas y a las que se acude para saber de sus conocimientos, solicitar sus augurios o admitir su superior juicio. Tal vez sean los nuevos oráculos de nuestros tiempos.

 

     Un selecto grupo de ellos es de reconocido prestigio mundial y entre los cuales ahora me vienen a la memoria Edward De Bono, Tom Peters, Michael Porter, John P. Cotter, William Ury, Charles Handy y otros. La relación de primerísimo nivel es poco más amplia de los que he citado. Generalmente son personas muy dinámicas, emprendedoras, con “don de gentes” y con visión internacional de los temas que tratan. La mayoría son anglosajones, fundamentalmente estadounidenses, aunque también los hay británicos y canadienses.

 

     Se dedican a impartir “Jornadas” en salones de los hoteles de lujo de las más grandes ciudades, en las que exponen un tema mediante una charla y contestan a las preguntas que les pasan por escrito los asistentes y que previamente son filtradas por los organizadores del evento. Estas jornadas suelen durar cuatro o cinco horas, incluido el tiempo del almuerzo, y sus honorarios suelen estar por encima de los cien mil dólares, a veces libres de impuestos, aparte de sus gastos de desplazamiento y hotel. Aun así el montar estas “jornadas” es un gran negocio para sus organizadores, ya que éstos cobran una altísima cuota a cada uno de los que asisten en forma masiva, los cuales no suelen pagar el importe de su propio bolsillo sino que lo satisface la empresa que los envía y de la que suelen ser directivos o ejecutivos de primera línea. Hasta tal extremo gozan de un gran cartel estos gurúes que muchos de ellos tienen ya ocupada su agenda de actividades a varios años vista y recorriendo numerosos países.

 

     El mercado de estos gurúes es mucho más amplio, ya que pasan por ser autores de libros, artículos, comentarios, cursos en vídeo, DVD y CD y otros soportes; aunque, a veces, su autoría consiste en consignar su nombre como supuesto coordinador de un grupo de redactores o escribanos, pero de cuya tarea se generan derechos de registro o marca a su favor.

 

     Desde aquí animo a los jóvenes a que se dediquen a este lucrativo menester.

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