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SE NOS HA IDO MARIO...

(por Miguel Hortelano García)


     Se nos ha ido para siempre Mario Lillo Vera. Fue el pasado día 19 de noviembre cuando dejó este mundo, maravilloso en muchas ocasiones pero a la vez muy revuelto y casi de locos, en el que vivimos, para adentrarse en ese misterioso futuro al que todos le vamos haciendo continuos quiebros pero en el que, implacablemente, algún día tendremos que entrar.

 

     Mario Lillo fue un personaje querido, en nuestra Institución primero y en nuestra Asociación después, porque dedicó toda su vida profesional a trabajar con ilusión para su empresa y a servir, amablemente, a la gran familia que la forma y a sus compañeros de la Asociación cuando pasó a formar parte de ese pequeño batallón que da vida a JubiCam.

 

     Recuerdo, como si fuera ayer, el día en que don Francisco Oliver Narbona, Director General de la Caja de Ahorros del Sureste de España, me comunicó que nuestra petición de aumento de plantilla para el recién ampliado Almacén de Impresos había sido considerada y atendida con el ingreso de un nuevo empleado. Y fue el 1 de mayo de 1976 cuando Mario Lillo Vera, natural de San Vicente del Raspeig, ingresó en nuestra Entidad, convirtiéndose en un compañero más de nuestro incipiente Servicio de Impresos.

 

     Mario enseguida nos cayó a todos muy bien por su simpatía y su campechanía. Aprendió pronto la complicada denominación de todos los modelos de impresos y para qué servían los diversos productos que consumían nuestras oficinas. Acostumbrado a hablar siempre en valenciano, resultaba simpática la forma de dialogar por teléfono con los compañeros de otras oficinas. Su amabilidad, su comprensión ante la urgencia con la que se solían pedir las cosas, le fue granjeando la simpatía de todos, convirtiéndose en el destinatario de la gran mayoría de las peticiones que llegaban vía telefónica. Pocos conocían personalmente a Mario, pero muchísimos compañeros, especialmente nuestras numerosas oficinas, lo conocían por su nombre y por las muchas facilidades que daba siempre, ayudando a resolver problemas de abastecimiento, convirtiéndose para la Institución en un empleado muy querido. Amigo de la buena mesa, nos llevó a muchos a conocer y degustar la “pericana” de El Pintat, los gazpachos del Camí de la Bola de Castilla, o el “cunill espatarrat” de los caseríos de la Aitana…  Pasamos juntos momentos muy agradables y en los viajes realizados con la Asociación siempre destacaba Mario por su buen humor y por su afán de colaboración, podemos decir, sin exagerar nada, que en Mario tuvimos siempre un buen compañero, un gran amigo y una extraordinaria persona.

 

     Ahora que ha cambiado sus viajes con la Asociación por otro mucho más  largo y sin retorno, queremos trasladar a  su esposa  Elena y a sus hijos nuestras condolencias más sinceras. Aquí, en la Asociación, le seguiremos recordando con alegría porque continuaremos teniendo muy presentes los buenos momentos vividos con él. Yo, personalmente, he sentido mucho su marcha porque durante 27 años estuvimos juntos, en el mismo equipo. Fue algo extraordinario tenerlo como compañero y como amigo.

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