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LA FAMILIA, UN RETO Y UN COMPROMISO

(por Antonio Pérez Menárguez)


     En este mi primer comentario del recién estrenado año 2009, lo primero es formular los mejores deseos para todos con la esperanza de conseguir un año mejor. Expresar, asimismo, mi máximo agradecimiento a los responsables de esta revista Jubicam por concederme este espacio que me da oportunidad de “estar” cerca de todos los compañeros.

 

     Al inicio de este nuevo año lo más oportuno sería preguntarnos cómo se nos presenta, porque como ocurre en estos últimos tiempos, siempre se nos dice que será un año duro y complicado. Creo que esta vez, por los síntomas, sí que parece que vaya a ser cierto, lo que nos va a obligar a apretarnos el cinturón y cuidar nuestra vida cotidiana, particularmente sobre los aspectos de la familia, por su importancia y por todo lo que emana de ella.

 

     La familia en España es, año tras año, la institución más valorada por los ciudadanos, que consideran que el papel y la función que desempeña es insustituible para que una sociedad progrese, siendo la democracia más pequeña en el corazón de la sociedad actual. Fundamento para que un país avance en  bienestar, calidad de vida y en sus propios valores.

 

     En términos generales, la sociedad actual no valora adecuadamente la aportación al progreso social que representa la unidad familiar. Las familias han demostrado una estabilidad notable que favorece la cohesión social y constituye un factor preventivo de desestructuración de los problemas que ésta conlleva. La inversión en la familia es garantía de futuro y desarrollo.

 

     No se trata de desarrollar políticas fatalistas, sino que la sociedad demanda un sistema de protección familiar todo lo eficiente posible, que evite discriminaciones, sobre todo, las que sus ingresos son limitados, que permita hacer compatible la vida laboral y familiar.

 

     La sociedad avanzada, conformando con estos principios de retraimiento hacia la familia, dará en el futuro cercano muestras de carencias en el ámbito de lo personal que serán difíciles de reparar. La repercusión cotidiana se traducirá en un individualismo exagerado, en ausencia de un apoyo a la base familiar, un colectivo humano de vital importancia.

 

     Sí es cierto que la familia contemporánea se ha replegado sobre la pareja. Habiendo dejado de ser un lugar de producción, ya que no es más que un motivo para el consumo. Pero no es menos cierto, así lo creo, que la familia es una fuerza formidable en la medida que la consideremos como un refugio privilegiado de afectividad y cariño. Por lo que tendríamos que poner nuestro mayor empeño en apartar el discurso de la crisis de la familia.

 

     En nuestras manos está dar importancia a lo trascendente y que las familias  se sientan protegidas y valoradas, ya que al final la familia siempre será la inversión más rentable. Pero el mejor regalo que podemos hacernos nosotros mismos es que supiéramos el valor que tiene la familia, y mucho más en estos momentos cruciales que nos presenta este nuevo año 2009.

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