Es bien sabido que el próximo uno de enero el recibo de la luz subirá un tres por ciento y para abril o mayo, cuando ya no nos acordemos de esta ultima subida, lo incrementarán de nuevo en un cinco por ciento, repitiendo la jugada de este año, que entre pitos y flautas ya la han incrementado en un diez por ciento.
Dejemos de llorar, que no nos servirá de nada y vayamos al tema que nos ocupa. Las compañías eléctricas, a pesar de la ayuda estatal para aumentar sus dividendos, parece ser que no tienen bastante con lo que recaudan y se dedican a hacer trampitas en el recibo de la luz de la misma forma que los usuarios tratan de hacerlas en el contador para pagar menos. Existe una diferencia: si cogen a la compañía, con una carta de disculpa sale de rositas y si cogen al usuario o le cortan la luz de por vida o lo meten en la cárcel.
El otro día leí que en Barcelona la empresa suministradora había cobrado de más a decenas de miles de clientes. Veamos qué pasó.
Actualmente las empresas eléctricas, oficialmente, facturan cada dos meses, aunque en realidad lo hacen unos días antes, nunca después porque entonces saldrían perjudicadas.
Un cliente advirtió que le habían facturado solo 51 días en vez de los 60 reglamentarios. La energía consumida era la correcta, la que marcaba el contador en esos 51 días; pero los costes fijos del recibo (la potencia contratada y el alquiler del equipo de medida) lo facturaban por dos meses, cuando en realidad solo habían trascurrido 1,70 meses. La diferencia representa 2,72 euros que lógicamente le devolvieron al reclamante, acompañado de las clásicas excusas, pero no hicieron otro tanto con los restantes clientes a pesar de que sabían que existía un error.
Está claro que el que no llora no mama, pero como hay millones que no lloran, por ignorancia o desidia, los que maman son las compañías eléctricas al multiplicar esos 2,72 euros que nos defraudan individualmente por los millones de clientes... y eso cada dos meses o menos.
Como dice el refrán: “cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar.” Rápidamente he recuperado la última factura recibida, a la que nunca había prestado atención, y compruebo que en todos los sitios cuecen habas. Me han facturado solo 55 días, pero en las partidas fijas (potencia contratada y alquiler del contador) sí que me cargan el importe de los dos meses. Para más INRI, y esto si que creo que es además cachondeo, en la partida número tres de la factura aparece un abono que reza así:” Descuento KWH gratuitos en 1,87 meses”. En el colmo de la desfachatez en los abonos si que aplican solo la parte trascurrida de los dos meses, 1,87, pero en los cargos se llaman andana.
Hechos los oportunos cálculos, compruebo que la cantidad presuntamente defraudara asciende a 2,8878 euros, aunque no sé si el coste de la llamada y el tiempo empleado compensan la reclamación.
Según decreto 1578/2008, a partir de ahora la factura del suministro se efectuará mensualmente. Esperemos que se acojan al mes natural y no al mes lunar, que tiene solo 28 días, y que, por lo tanto, hay trece en un año natural. De esta forma podrían seguir con la misma estrategia que hasta ahora. Aunque peor sería si nos saliesen con algún ciclo biológico que tiene todavía menos días.
Recuerdo que mi abuela, y de eso ya ha llovido mucho, contaba que un casero había propuesto a sus inquilinos, entre los que se encontraba su padre, pasarles el recibo mensual del alquiler el día que le bajase la regla a su señora. Argüía que esos días estaba exento de las obligaciones matrimoniales y el tiempo libre podía emplearlo en la confección de los recibos y el cobro de las rentas. Nadie aceptó la argucia del casero, conociendo que el ciclo mensual de las mujeres era mas corto que el mes. Salvo mi bisabuelo, jugador empedernido, que pensaba que la señora podría quedar preñada y, entre el embarazo y la lactancia, tendría por lo menos un año sabático en el pago del alquiler. Pasaron los años y la señora no se quedaba encinta. Soportó estoicamente chistes y chirigotas de sus vecinos que le decían que a la señora hacia tiempo que se le había pasado el arroz. Tanto se le pasó que un buen día le llegó eso que llaman menopausia. Desde entonces mi bisabuelo disfrutó de vivienda gratuita el resto de su vida.
Esperemos que algún día no nos hagan ese tipo de proposiciones.