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CUESTIÓN DE CONFIANZA
(por Francisco L. Navarro Albert)
 


     Los que, como yo, son profanos en materia de economía deben atenerse a una sencilla regla: no gastar más de lo que se ingresa.

 

     Parece sencillo, pero en una sociedad como la nuestra en la que prima el consumismo y en cada esquina, en cada periódico, en cada cadena de televisión se produce un asedio constante con un solo mensaje: “¡compra!,¡compra!,¡compra!”, hay que tener las ideas bien claras para no aceptar la llamada ya que puede tener consecuencias desastrosas, máxime en esta situación de crisis que padecemos.

 

     Los que están en las altas esferas, rigiendo nuestros destinos y/o manejando nuestras economías, hablan de la crisis con términos las mas de las veces crípticos o cabalísticos, pretendiendo que entendamos unas explicaciones que resultan muy ajenas a nuestra realidad cotidiana. Pretenden que tengamos confianza en su gestión y en el sistema, cuando ambos han demostrado hasta la saciedad una incompetencia aplastante para ver venir la crisis, para aceptarla una vez al descubierto y para acometer de modo inmediato las acciones oportunas para, al menos, paliar sus efectos.

 

     Hemos pasado de tener un sistema financiero confiable a una situación en la que vemos con estupor que los analistas han pasado por alto muchas cosas que deberían haber visto, que las entidades financieras no han hecho sus deberes para con los clientes y han creado situaciones dramáticas de pérdidas, que sus directivos siguen con contratos blindados y cobrando indemnizaciones como si hubieran hecho bien su trabajo y no existiera crisis… Así las cosas, me pregunto: ¿podemos fiarnos de ellos?

 

     Se ha producido una crisis de colosales características en el sector de la construcción; contratistas, urbanistas, promotores, se han “forrado” amparándose en la necesidad de disponer de una vivienda, han hecho desaparecer como por arte de magia sus beneficios, han logrado el endeudamiento de muchas familias que no han sabido, podido o tenido un buen control de sus ingresos y gastos y se ven abocados a la ruina, han conseguido dejar en la cuneta a multitud de pequeños empresarios y autónomos a los que no pagan y han logrado, con una eficacia digna de mejor causa, que los índices de paro suban exponencialmente.

 

     Y, mientras, ¿que hacen los políticos? Si acudimos a Internet y buscamos información sobre noticias de carácter económico, podemos ver que ya en el año 2006 había voces que alertaban de los riesgos de la situación. Los políticos que nos gobiernan se dedicaban a negar de una u otra forma la posibilidad de crisis, haciéndonos creer que nuestro país estaba en una situación económica excepcional y que así continuaría siendo por mucha crisis financiera e inmobiliaria que se avecinara. ¿Qué había incremento de paro?, su respuesta era: cuestión coyuntural. ¿Qué había descendido el nivel de construcción y venta de viviendas?, respuesta: era lógico, después de una etapa de fuerte desarrollo que hubiera una ligera desaceleración. ¿Qué en Estados Unidos surge el problema de las hipotecas basura?, respuesta: ese problema no existe en España.

 

     A mediados  de 2008, cuando hasta los mudos eran capaces de hablar sobre la crisis, nos dicen: no hay crisis, hay una desaceleración significativa; es una situación transitoria de la que la economía saldrá fortalecida; las dificultades afectarán a un grupo reducido de población; hay un exceso de preocupación por la crisis.

 

     Poco me importa que los de la oposición sean unos agoreros o que en tiempos de fulanito o menganito la situación era peor, mejor, regular o distinta. Yo no quiero que quienes dirigen el país o quienes pretenden llegar a hacerlo algún día, tengan como único afán lograr unos partidos poderosos y preocuparse al inicio de cada legislatura por ponerse unos buenos sueldos en primer lugar y luego ya veremos qué pasa con lo demás. Lo que quiero es que en lugar de abusar de la confianza que se ha depositado en ellos se dediquen a administrar adecuadamente, a pensar en la forma de solucionar la crisis, en trabajar codo a codo en aquéllas iniciativas que puedan sacarnos adelante, hayan partido de quien gobierna, de la oposición o del último grupúsculo del más pequeño pueblo. ¿Acaso es pedir demasiado? o ¿será que no se sienten bien remunerados económicamente?

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