Índice de Documentos > Boletines > Boletín Enero 2010
 

EL ELECTRONIC-BOOK
     (por José M. Quiles Guijarro)     

José Miguel Quiles


     En nuestro boletín num. 113, de Noviembre 2.009, la compañera Mª. Teresa Ibáñez (inolvidable Lucas), manifiesta en su artículo su poca inclinación hacia el “electrónic-book”. Yo pienso como ella. No todos los progresos de la ciencia nos producen el mismo grado de bienestar. El e-book es uno de los que menos adeptos tiene entre la gente de nuestra generación.

  

RAYASENCICLOPEDIA ALVAREZ     El ser humano es hijo de sus circunstancias y de su educación, pero además es un ser emotivo que pone el corazón en todo lo que conoce y con lo que convive. Los libros, desde nuestro primer “Rayas” y nuestro primer grado de la “Enciclopedia Álvarez” han sido los compañeros inseparables en el viaje de nuestra vida. A veces los mejores y más fieles compañeros. Yo nunca he gozado tanto de la literatura como cuando leí, en mi adolescencia, una novelita de W. Fernández Flórez, editada por Planeta, en Marzo del 57, en Gráficas Ampurias, Barcelona: “Volvoreta”, desde entonces el libro, ha sido esencial en mi día a día, como el “Agua de Carabaña” era para la vida de mi abuelo.

 

     Por otra parte el libro, en sí mismo, es un pequeño objeto de deseo, una pequeña obra de arte, como una corbata elegante o un helado de turrón. La encuadernación, el formato, la textura del papel, el tamaño de la letra, la ilustración, “Printed in Spain”, la dedicatoria: “A Margui con todo mi cariño”.  “Este libro se acabó de imprimir el día…en los talleres...”  Y sobre todo ese olor de la imprenta que se escapa al abrir un libro, a veces un olor a nuevo, a tinta fresca; otras el olor del tiempo recogido en la estantería de un viejo caserón. Pero el libro, sobre todo, es la sorpresa, la curiosidad. (No hace mucho tiempo en un mercadillo de viejo, rodó en manos de unos vendedores, un libro en el que muy al sesgo pude leer: “Diario de guerra del General Yagüe”. Un ejemplar único, de alta joyería bibliográfica.)

 

     Por eso cuando tengo un “artefacto” de esos en mi mano y me dicen:

 

-       ¿Ves? Aquí está el índice… aprietas aquí y te sale la relación de obras, luego vas con el cursor pim, pim, pim ¿Ves…? Pulsas “intro” y te sale “Don Quijote de la Mancha”…¿Aquí? ¡Aquí hay seiscientos libros, hombre…! - y balacean la “petaquita” impresionándome, yo no puedo evitar mirar el invento con recelo y desdén: ”Lástima de libros…” Me aferro por instinto a mis costumbres, se ha destruido esa pizca romántica que tiene un libro.

 

E-BOOK     Pero la informática viene arrasando fuerte. Puede ser que en un futuro cercano el mundo virtual vaya eliminando el papel y desaparezca la palabra escrita, puede ser que en los nuevos tiempos el papel sea algo así como el abanico o el brasero de la abuela, reminiscencias de un pasado obsoleto y cutre. Nosotros enseñamos a leer a nuestros hijos y ellos nos enseñan a manejar un ordenador. “Te vas con la flechita aquí y pulsas el botón izquierdo del ratón…”

 

     Se han simplificado los elementos, pero la lectura en un e-book es menos placentera, cuando uno abre un libro lo hace con una disposición de ánimo, según el autor. La pantallita, una virguería de la técnica, no entiende de arte, te sirve en el mismo plato a Cervantes, a Marcel Proust a Julio Verne o a Truman Capote. Leer el Quijote en un electrónic-book, viene a ser algo así como comerse una paella con palillos japoneses. Claro que las nuevas generaciones, a lo mejor, utilizan el e-book y lo que no comen es paella…

Volver