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EL CONOCIMIENTO SIN TRANSFORMACIÓN NO ES SABIDURÍA

(por Matías Mengual)

Matías Mengual


     Si lo que ahora somos es el resultado de nuestras pasadas acciones, seguramente lo que ahora deseemos ser en el porvenir (sea en esta vida o en otra) puede determinarlo nuestras presentes acciones.

     Se me acaba de ocurrir que, si quien me está leyendo no lo ha hecho ya, debería interrumpir esta lectura ahora mismo para meditar relacionando entre sí el párrafo anterior con el titular que encabeza.

     Lo que creemos “aprender”, en realidad, lo descubrimos. No nos llegó de fuera, lo encontramos en nuestro interior. La caída de la manzana fue para Newton una insinuación que le movió a estudiar su propia mente. Reordenó cuantos enlaces de pensamientos ya tenía y descubrió un nuevo enlace entre ellos, al que llamamos la ley de gravitación. No estudió la manzana ni el centro de la Tierra; estudió su propia mente. Por tanto, todo pensamiento mundano o espiritual está en la mente humana: El adelanto de conocimiento se efectúa por el adelanto de dicho proceso de descubrimiento. De la mente proviene todo el conocimiento que ha ido recibiendo el mundo.

     Todas las acciones del hombre, todas las obras que nos rodean son simplemente manifestación de su voluntad, y muchas de ellas ostentación de su pensamiento. Cada cual ha de establecer su propio ideal y esforzarse en realizarlo. El camino de la acción es más seguro que aceptar ideales ajenos sin esperanza de realizarlos. Supuesto que toda acción es efecto de causas anteriores, y que cada efecto viene a ser a su vez causa de otros, esta noción de causa y efecto es elemento esencial y, por ende, decisorio en la hora de actuar.

     Como nuestra ignorancia nos vela lo pasado y lo futuro, nos parece que los sucesos surgen de repente del hado (poder hipotético al que atribuimos la predestinación de lo que nos sucede). No hay suerte ni hay accidente. Cada suceso está ligado a causas antecedentes y a los efectos consiguientes; los pensamientos, acciones y circunstancias proceden del pasado e influyen en el porvenir. En ¿Por qué uno debe vivir? (Boletín núm. 62 – Marzo/2005) hablábamos de algo parecido a lo de hoy: La vida no es maestra; cada cual debe transformarla en significado para sí mismo. ¿Puede alguien sin fe en sí mismo tener fe en Dios?

     Mientras el hombre piense, se esforzará en investigar el más allá, y por tanto habrá de tener algún tipo de religión. Considera que lo denso se sutiliza y lo físico se transmuta en metafísico en todas las ramas del conocimiento. Si no actúas, de nada te servirá lo que pienses. Suponte que desistiésemos de toda investigación del más allá, ¿tardaría mucho la humanidad en retroceder al reino animal? ¿Por qué ha existido la religión en todo el mundo desde tiempo inmemorial? Y, aunque una te parezca más acertada que las demás, ¿puedes abstraer la religión de la sociedad humana sin vislumbrar una selva de bestias?

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