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ADIÓS A TOMÁS BALLESTER,
MI AMIGO
(por Vicente Garnero Lloret)


 

   

Colocaron tus manos sobre el pecho

y allí quedaste tú con el silencio.

Tus ojos perdieron la luz,

adentrado en la noche, frío, vacío,

como un poema sin versos.

Ya no tienes por qué escuchar

ni responder a nadie.

Todo habrá concluido

cuando el sol salga mañana.

Volarás al infinito

con la esperanza aún viva,

los sueños dormidos

y el espíritu anhelante.

Y se abrirán de par en par

tus ahora cerrados ojos

para avizorar el horizonte

en la insondable eternidad.

Algo imperecedero queda en mí:

tú y yo, por siempre,

seguiremos siendo amigos

cualquiera sea la orilla en la que estemos.

 

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