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   AL HABLA CON...
 Mª DEL MAR SUAREZ TERRADES
(por Vicente Esteve)


Nada mejor para empezar que preguntarte sobre un tema de actualidad en el campo de la mujer: ¿Qué te ha parecido la desaparición del Ministerio de Igualdad?
– Me parece perfecto. No servía para nada. No me parecía oportuno un ministerio sólo para eso; y si se ahorra dinero… La igualdad la debemos practicar nosotras, no por lo que nos manden. Sigo sin comprender por qué hay un día de la mujer trabajadora y no también un día del hombre trabajador. Creo que algunas feministas con sus posturas se discriminan ellas solas.

¿Qué echas en falta desde que dejaste la vida laboral?
– La verdad es que únicamente a mis compañeros ya que del trabajo, nada. Estoy feliz y encantada con mi nueva vida.

¿Estás pudiendo realizar lo que, por falta de tiempo, antes no pudiste hacer?
– Sí, ya que aprovecho la nueva situación de disponer de todo el tiempo del mundo para planificar y realizar lo que siempre me ha gustado, como por ejemplo viajar y disfrutar más de los nietos. Como mi vida es muy tranquila, porque soy muy de estar en casa y con los amigos, no me he planteado otras cosas a más largo plazo.

¿Consideras que las personas jubiladas tenemos poca presencia en la sociedad y en acciones de voluntariado?
– Creo que sí. La experiencia de las personas mayores es muy importante y a pesar de ello se nos “arrumba”, incluso estando capacitadas y en plenas facultades tanto físicas como mentales, en muchas facetas de la vida. Parece que el mundo es de los jóvenes, a los que hay que dejar paso, sí, pero sin rupturas bruscas.

Al pedirle que nos comente de su vida personal lo que considere necesario para conocerla un poco más, esto es lo que nos dice:
– De padres andaluces -padre de Sevilla y madre de Huelva que llegó embarazada a Alicante cuando trasladaron a mi padre a su destino como Director del puerto, soy alicantina por casualidad-. Mi hermano mayor es de Huelva y el pequeño, como yo, nació aquí. Tuve una muy buena infancia viviendo en casa oficial, que ya tiraron, de la Junta de Obras del Puerto, en la Plaza del Mar. Hice el bachillerato en Jesús y María y acabé la carrera de Ayudante Técnico Sanitario a los 19 años. Me casé muy joven, con 20, y con 28 años enviudé. Tengo un hijo y una hija que nunca me han dado un problema pero sí nietos, pues del chico tengo dos y de la chica tres, entre 3 y 10 años; los de mi hijo los disfruto menos porque viven en Barcelona. No he rehecho mi vida sentimental porque me dediqué con todas mis fuerzas a sacarlos adelante y hoy puedo decir con satisfacción que lo he conseguido. Han sido buenos estudiantes; mi hijo se licenció en Marketing y Dirección de Empresas en Valencia, en ESIC, y por libre obtuvo la licenciatura en Ciencias Empresariales en la Universidad de Alicante. Mi hija sacó el Graduado Social y la diplomatura de Empresariales en la Universidad de Alicante. Yo empecé a trabajar, al enviudar, en un laboratorio de análisis clínicos. Allí estuve durante ocho años.

Ya que ha empezado a contar su trabajo, le pido que nos sintetice su vida laboral, y esto es lo que nos dice:
- Me encantaba el microscopio y además, como en aquella época no existían las máquinas tan sofisticadas de las que hoy se dispone, todo era artesanal, con lo cual fue una época muy enriquecedora. Hoy el recuento lo hace la máquina y entonces te tocaba contarlos por cuadrículas. Disfrutaba investigando en temas de sanidad ya que mi trabajo en el laboratorio era comprobar las reacciones químicas del organismo humano y si algo se alteraba había que descubrirlo para poner el remedio adecuado con la medicación. Allí entré porque el dueño era el esposo de una de mis amigas del colegio. No tuve jefes, sino amigos; y aprendí mucho del trato con el público y a salir adelante en momentos de apuro con la ayuda de los especialistas. Aun encontrándome a gusto en mi trabajo, me enteré de que se jubilaba Josefina Bas, del servicio médico de empresa en la CAAM, y el doctor Cantó me dijo que hablara con don Alberto Hernández y presenté mi solicitud. Fui contratada por un periodo de seis meses prorrogado por otros seis hasta que pasé a fija en el año 1985 en el primer piso de la calle Castaños, de tan gratos recuerdos. En la fusión con la CAPA pasamos a Oscar Esplá y me encontré de jefe a Manolo Asín y tuve un muy buen recibimiento de mis nuevos compañeros. Y allí estuve, hasta mi prejubilación, viendo pasar a infinidad de compañeros. He ejercido mi profesión con mucha dedicación y cariño porque he tenido la satisfacción de trabajar en lo que me gustó. Llevé los reconocimientos médicos anuales de toda la plantilla de Alicante y provincia así como la atención a los compañeros con problemas médicos. Al contratar los reconocimientos con una empresa externa y haber reducción de personal, me propusieron la prejubilación; al aceptarla pasé a la actual situación.

Además de trabajar ¿qué otras cosas te gustan?
– Sobre todo viajar, pues he aprovechado siempre cualquier circunstancia para hacerlo. Ahora le dedico parte de mi tiempo a un grupo sano y divertido de teatro, pues formo parte del grupo Hékate del Club CAM, que con la obra “Lencería Fina” hemos hecho muchas representaciones. Y cuando dice el público ¡qué bien me lo he pasado!, hemos cumplido el objetivo. Estamos ensayando otra comedia que pronto verá la luz. Para la lectura me falta tiempo pero en verano sí pasan por mis manos algunos libros, un poco de todo, pero cosas amenas con algo de sustancia. También me encanta la playa y navegar.

Y ¿qué otras cosas no te gustan?
- Sobre todo no tolero la injusticia y la intolerancia que por desgracia han florecido en esta época donde los valores de amistad y humanidad han decaído.

¿Nos cuentas alguna anécdota que recuerdes con especial cariño?
– Pues sí, el trato con las personas siempre es enriquecedor, tanto con los compañeros en la CAM como con el público en mi época de laboratorio. Como no existían los actuales aparatos de medir la glucosa, le hacíamos nosotros los controles a los diabéticos. Amparo, con la que tenía gran confianza, tenía una deformación en la espalda, vamos, que era jorobada. Me pedía al recoger el resultado que yo se lo leyese y en una ocasión al estar por las nubes no se le ocurrió otra cosa a la buena mujer que decirme: ¡No me jorobes! Y yo, sin pensarlo le dije: ¡Yo no le he hecho nada, usted ya venía así!; pensé que había metido la pata entera pero rompió a carcajadas y me contagió. Así estuvimos bastante tiempo.

¿Cómo se desarrolla un día normal en tu nueva situación?
– Pues me suelo levantar a las nueve, qué gozada, natural, sin despertador, sin el odioso sonido. Hago cosas de la casa, la comida -también para mi hija, que come conmigo y nos hacemos compañía-, voy a los ensayos del teatro, suelo ir al cine con las amigas, estoy disponible para mi hija y ejerzo mucho de abuela que es de lo que más me gusta porque lo paso muy bien con ellos. Suelo hacer muchos recados y como siempre estoy haciendo cosas no tengo tiempo de aburrirme. El deporte por obligación no me ha gustado nunca pero practico el patinaje desde pequeña y se lo he inculcado a mis nietos. ¡Voy con ellos en patines o en bicicleta! Soy una abuela insólita.

Para acabar la entrevista ¿quieres contarnos algo atípico?
– Hombre atípico no es pero… yo tengo un alto concepto de la amistad, mis amigos de toda la vida son de toda la vida. Desde la infancia en el colegio, la familia, los compañeros de la CAM, no nos vemos todos los días pero cuando nos necesitamos ahí estamos. Yo tengo aquí poca familia, mis hermanos son varones y conservo las amigas desde que teníamos cinco o seis años. Mis amigas son mis hermanas.

Muy agradecido por todo lo que nos has contado y verás como a partir de ahora tendrás familia numerosa de nuevas amistades.

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