Y amaneció el tercer día
también con sol, ¡oh, milagro!
nos dirigimos a Almagro,
cúmulo de maravillas.
Grandes casas solariegas,
templos, museos, palacios,
todos ellos blasonados
con sus escudos de piedra.
Y la emblemática “joya”
que es su “Corral de Comedias”,
por sencillez y belleza
al visitante enamora.
No debemos olvidar
su selecta artesanía
con cientos de maravillas
que allí pudimos comprar.
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Proseguimos a Daimiel
con sus magníficas “Tablas”.
La naturaleza, sabia,
lo mejor supo ofrecer.
Un cielo bastante espeso
nos presentó el día cuarto,
mas el disgusto borramos
pensando ya en el regreso.
Visitamos Villanueva,
de los Infantes llamada,
digna de ser visitada
por su olvidada belleza.
Palacetes, claustros, templos,
muchas casas blasonadas,
hicieron que no se notaran
las inclemencias del tiempo.
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La tarde, casi glacial,
no impidió ni fue una pega
para admirar en Ruidera
su belleza natural.
Nuestro hotel de residencia
fue lujoso y confortable,
salvo fallos puntuales
que aceptamos con paciencia.
Para terminar querría,
de entre todos los servicios,
alabar el buen oficio
del conductor y la guía.
Y desde el mismo Ruidera
regresamos a Alicante,
después de un feliz viaje
que en mi mente se conserva. |