Ludovico es un personaje inocentón, sin malicia, que tocado con boina inspira y exhala la frescura y la pureza del aire de su pueblo, todavía de calles empedradas y casas con corral, hogar para leña y chimenea chamuscada. Bebe en los noticieros que lee a destiempo y con sosiego en la barbería a través de la neblina de sus viejas antiparras. Algunas veces me acompaña cuando ando a la brega con las palabras contándome cosas que no alcanzo a comprender.

Hoy, precisamente hoy que el tiempo se me escapa, me cuenta que el humilde calor de hogar en torno a una “catalítica”, el transporte de mercancías, el desarrollo industrial y gran parte del bienestar social basado en el tener se deben a un tal Gadafi y otros muchos benefactores de la humanidad como él, ubicados en cualquiera de los rumbos de la rosa de los vientos. En primer lugar, eso sí, procuran también el suyo porque el primer prójimo es uno mismo.

Por su clarividencia psicotrópica están tan seguros de su presencia indispensable que, convencidos de la sesuda pasividad del resto del mundo entretenido en el análisis de los acontecimientos –con su oro negro arrullan y engatusan a más de medio planeta-, no dudan en mantener impasible el ademán aun masacrando a sus pueblos. Y dice que lo dicen los periódicos, unos relativizando los acontecimientos, otros advirtiendo de próximas oleadas de inmigración ilegal como único medio de supervivencia de la gente que escapa a su ira, cuestión que hay que afrontar porque nos afecta gravemente (¿me lo estará explicando bien?), y algunos más reduccionistas conjeturando las consecuencias en términos económicos, que es lo que importa; y en las satrapías, que no son pocas, la violencia impune es extrema, sanguinaria, inmisericorde. Una debacle.

Mientras se dilucida y se decide quién le pone el cascabel al gato, que parece un tigre de Bengala, mi amigo Ludovico cierra el episodio con un ¡ya veremos qué pasa!, que es lo único que puede hacer. Y yo le creo porque todavía queda mucho por pasar…

Y como estamos en suelo patrio también se entera de asuntos domésticos, cercanos, que parecen afectar, así me lo dice Ludovico, a la Caja del pueblo, que dicen que va a cerrar. -¿Y ahora qué hago? ¿Pierdo mi dinero o qué?, me pregunta.

-No, no, amigo mío; nada de eso, hombre de Dios. Lo que pasa es que a lo mejor tendrás que ir a la capital o al pueblo cercano, a otra oficina a resolver tus asuntos, guardar tus ahorros si los tienes, y pagar tus impuestos. Total, por cuatro gatos que sois en el pueblo no puede mantenerse abierta una oficina aquí, ni por horas como antes. Tú te puedes arreglar, hombre. Hay que reagruparse para ser más fuertes. Has de saber que con las Cajas se están creando grandes bancos con la supervisión del Banco de España. Así que no hay ningún peligro.

-Sí, sí, me responde, pero a mí me hablaron, y yo lo creí, de que una Caja no era un banco… que un señor, hubo varios como él, muy preocupado de verdad por el bienestar social, promovió la creación de una de las primeras si no la primera de España, para eso, sin ánimo de lucro, para evitar abusos… ¿qué es eso de lucro?... Creo que era cura. Eso, el Padre Piquer se llamaba. ¿Sabes quién era?

-Sí, claro que sí; pero mira, ya hace mucho tiempo que murió el pobre… y lo enterramos. Es ley de vida ¿no? Ahora, es a Muhammad Yunus, el banquero de los pobres, fundador del Banco Grameen, que se dedica a conceder préstamos minúsculos –los famosos microcréditos- a los más pobres de Bangladesh, al que le toca bregar. Si le dejan.

Nota de última hora: El pasado día 3, escrito ya el artículo que antecede, el diario Información notició lo siguiente: “El premio Nobel de la Paz 2006, el bangladeshí Mohamed Yunus, ha sido destituido como director ejecutivo del Grameen Bank, la entidad concesionaria de microcréditos que le valió el apelativo de “banquero de los pobres”. El subdirector general del Banco de Bangladesh (central), A.F.M. Asaduzzaman, citado por el portal de noticias “bdnews24”, informó de la destitución de Yunus, que había sido sometido a una campaña de desprestigio del propio Gobierno en los últimos meses. Efe Nueva Delhi.”

Con esta noticia se confirman mis temores y se aclaran mis dudas: No le dejan.